Tuesday, April 14, 2020

Cuarentena global 2020 con mi hijo de 10 años

Primer correo. De donde se habla con Ulises.

Hola hijo, muy buenas tardes.

Estoy en el cuarto de al lado, al que llamamos alfa. Es donde me ha tocado estar esperando que termines las clases de matemática, música y arte con la otra profesora, tu madre. Estoy aprovechando que ya te envíe por correo las actividades para historia y lenguaje que luego podrás realizar y compartir en el google drive. De hecho te reitero mis felicitaciones por haber leído El Don Quijote de la Mancha que comenzamos disfrutando en formato audiolibro españolete y luego te animaste a leer.

Me gustaría aprovechar estos momentos para organizar un poco las cosas, por eso usaré una herramienta de lenguaje para soltar sentencias que revisaré unas cuantas veces hasta que me convenza de que no te distraiga innecesariamente con palabras que otros han configurado con más brillo y esplendor, tal cual Cervantes.

Segunda cosa que me gustaría comentarte antes de que nos vayamos a almorzar es que tengo una idea clara pero que me da muchas vueltas en la cabeza y quisiera sacarla ya. Es casi urgente decirte que las cosas siempre dan un giro cada vez que se toman un selfie.

Así mismo.

Cada vez que miramos un lado de la vida y aseguramos que se quedará así precioso, al instante vuelve a cambiar. Chau, ya no es igual.
En fín, que regresamos a donde siempre una y otra vez, así de simple y natural.
 La cuestión está en qué se puede hacer mientras los planes a veces caen, se desbarratan, una y otra vez.

Yo creo que lo mejor es practicar alguna teoría.

Luego cuando alguien te diga que es evidentemente clara, que obviamente todos saben eso porque es así y no cabe duda.

Cuando eso sucede lo mejor es olvidarla.
Así me pasa a mi.
Aprendo una actividad que requiere acciones precisas y luego que encuentro un movimiento complejo, una movida rápida, un retoño de genialidad que luego observo tan natural en un niño, pues disimuladamente me hago a un lado.

Es jugar, jugar y jugar.
Aprender que cualquier juego implica un nuevo lenguaje con emocionantes trampas para desbloquear habilidades.

Mi teoría actual es que vinimos al mundo a aprender a programar. La oración religiosa nos ha preparado para ello. Para enfocar un ruta que no se toca.


Lo que estoy haciendo ahora mismo es programar un juego que podría llevarlo a la práctica.

Por ejemplo, si pienso en un profesor cualquiera que llamaré Foucault, que realiza un arqueología de las cosas y las palabras, por ejemplo. Puedes elegir entre varios personajes que pelean contra otros jugadores.


El jugador podría adivinar alguna ruta del juego, por ejemplo.

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