El maestro me cuenta lo de cuando se intentó suicidar. Que llegó a la estación de Bellas Artes y abajo en el metro bien abajo dejó que pasaran los trenes. Mierda, ¿Bajaste y todo?, pregunté boquiabierto.
Sentía la brisa que le retaba, que le soplaba en la cara que era un cobarde. Me recordaba a Shakespeare: Quien se ha suicidado ha perdido el miedo a la muerte. Pero no, dejó que pasara el tercer tren y de ahí se fue a despertar en la calle, afuera, arriba. No supo cómo llegó a dónde estaba cuando se acomodó ese pedazo de la conciencia, cuando recuperó algo.
El suicidio puede ser una forma de curiosidad o de búsqueda. El Trimalción en el Satiricón de Petronio celebra su funeral para escuchar los llantos. Por otro lado Sísifo hace un desastre cuando bota la llave y su castigo es ponerle ritmo a esa pulsión del terror, de destapar cañerías. Sísifo, de cierta manera lleva el ritmo de su tragedia para no acabar el trapo.
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